No se murió de una penosa y larga enfermedad. Se murió de cáncer. No se encerró en el cuarto de un hospital a esconder su violenta delgadez, su cabeza pelada, su cuerpo quebrado como el de una anciana, aunque sólo tuviera unos pocos treintis. “En su ley, con una sonrisa y el puño apretado, Marie acaba de morir”, contó Sebastián, su marido, en 67 caracteres. Porque María Vázquez (o @kireinatatemono) también se murió en Twitter.
“Todo se siente más potente y vívido cuando te vas a morir. Querés sentir y degustar y amar. A la vez, esa intensidad es insostenible (y no hay cuerpo enfermo que la aguante) y hay que buscar vías de escape, divertimentos, distracciones o te transformás en una Patti Smith del cáncer. Y ahí entran las redes sociales. O más bien: Twitter. Facebook es para perritos perdidos y fotos de bebés. Instragram es para hacer un recorte estético de la vida. Twitter es para exagerar y discutir horas si tampón o toallita, sí, pero también para contar qué me pasa”, explicó hace unos meses, cuando le preguntaron sobre su decisión de exponer su cáncer de ovarios avanzado y con metástasis en Twitter.
Al abandonar el quirófano que la dejó -tal como ella decía- “hueca”, quiso hablar. Se rebeló contra la vergüenza de sentirse enfermo, se enfureció con los rodeos de la “larga enfermedad” a la que nadie quiere decirle cáncer. Se probó la peluca de pelo natural y la cambió por una fucsia “muy estilo Britney” que usó el día que su hijo cumplió tres. Tres.
Desfachada e incorrecta al límite, creó el Show de Kimmy Oh (parafraseando a la quimio) para hacer una catarsis pública en su cuenta de Twitter. El drama de los vómitos, los doce kilos que perdió en un par de semanas, la bronca por haber tenido que abandonar el sushi, las pelis que adoraba, la vida que se iba…
Fuente: Fernanda Solé | InfoNEWS
